El miedo como fiel acompañante del Traceur.

Cuando mi cuerpo esta sobre la pendiente, listo para hacer un salto de precisión, antes de que este preparado para lanzarme, para realizar lo que puede ser una acción peligrosa, en mi mente se genera un conflicto, el miedo me dice al oído las miles de posibilidades en las que algo puede salir mal, un hueso roto, un golpe, una herida, o la muerte. Todas las ideas pasan por mi mente, y muchas veces el miedo me detiene, me ciega y no me deja continuar. Yo pensaba que éste miedo, que ésta reacción se tenia que enfrentar a cualquier modo, que tenia que continuar con mi camino y dejar atrás los obstáculos, pero no me daba cuenta de algo: el instinto de mis limitaciones (darme cuenta del peligro) estaba trabajando y evolucionando.

No es algo que podamos utilizar cuando nosotros queramos, simplemente al principio este instinto se camuflaba con un velo de miedo, pero no ignoremos esa voz que nos dice que no realicemos algo, paremos un minuto y pensemos en lo que podemos y no podemos hacer, y así podremos continuar de la mejor manera. El instinto de peligro puede salvarnos de muchos accidentes. El Parkour se concentra en extender el limite de nuestro miedo y posibilidades, pero una vez que saltamos y cruzamos el limite, los accidentes pasan y las lesiones y los golpes vienen a nosotros.

Abramos los ojos, mirémonos a nosotros mismos y contemplemos nuestras limitaciones. Somos de carne y hueso, no de acero ni de goma, nuestro cuerpo es el aposento de nuestra alma y cuidarlo es nuestra tarea, no nos arriesguemos a lastimarnos, si no solo a hacerlo fuerte.






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Sobre el autor

Entrene Parkour cinco años, pertenecí al grupo Guerreros del asfalto, que luego cambio de nombre a visión urbana. Me encanta enseñar y ayudar. Nací en Culiacán, México y el amor por el Parkour me ha enseñado muchas cosas que nunca olvidare. El Parkour se lleva dentro como bien sabes tú, practicante. Se lleva dentro del corazón y del alma, y escribiendo sobre este tema mantengo la llama que en mi todavía no se apaga, una llama que seguirá allí aunque no practique con tanta frecuencia.

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